A las afueras de Nueva York en Appel Street una chica llamada Carrie llena de esperanza y recuerdos cree que es imposible que ella pueda amar después de la muerte de su madre pero, ¿Y si se equivoca?

Empiezo una nueva historia

Carrie

dimecres, 9 de juny del 2010

-¿ Por qué no pueden dejarnos en paz? Relato que escribí para un concurso

Hola, me llamo Karen, soy de la India, mi familia y yo nos trasladamos aquí buscando un lugar mejor. La gente no lo sabe, pero estamos aquí ... ilegalmente.

Mi papá trabaja como jornalero en el campo cuando hay trabajo, que son pocas veces, y mi mamá, bueno, hace lo que puede. Tengo cuatro hermanos, yo soy la mayor.

Mis padres no tienen dinero para pagarme los estudios, así que, en horario escolar papá me lleva a trabajar con él en el campo. Alguna gente muchas veces nos dice_

- ¡Iros a vuestro país, malditos!

Mamá dice que a esa gente es mejor no escucharla, pero yo, no lo puedo evitar.

Vivimos en un pequeño agujero oscuro, sucio, de paredes de hojalata oxidada y el techo esta cubierto con trozos de tela encontrados en los contenedores de la ciudad. Nuestro pequeño agujero cuando llueve se inunda, y cuando hace calor casi no podemos estar dentro, papá hace lo que puede para arreglarlo, pero la verdad, poco puede hacer.

Hace cuatro días que no comemos, papá no trae comida y mamá no tiene dinero para comprarla.

Mientras caminaba hambrienta por la calle, una niña me llamó ilegal. Yo? Claro que sabía lo que era, verdaderamente, aunque no lo parezca, esas cosas sientan muy mal. Quiero que la gente sepa y entienda que yo no estoy aquí por gusto y mi familia tampoco. En mi país no teníamos nada, no había comida, no había agua. Mi familia y yo estamos aquí buscando una vida mejor, pero esa gente escalofriante que nos grita, me hace sentir realmente desgraciada.

-¿Por qué no pueden dejarnos en paz? - es mi pregunta. Da la impresión que decirnos esas cosas les hace sentir mejor, pero realmente ¿tienen sentimientos? No deben hacerlo, está mal.

A mí me gustaría aprender, cuando me acerco a la ciudad, babeo frente a los escaparates de las tiendas que tienen esas cajas tontas que reproducen imágenes y sonido. Esa caja ruidosa, dice que en la India hay fuertes huracanes que han provocado inundaciones.

Cuando volví a ese pequeño agujero sucio donde vivimos, alguien había escrito palabras en una de las paredes de hojalata, yo no sabía leer, pero, seguro que no iba a ser nada bueno.

Un día de camino al campo me encontré con una muñeca sucia, al verla fui corriendo y la cogí, era preciosa, pero ... le faltaba un ojo. Desde ese día mi muñeca y yo pasábamos juntas todas las tardes. Me sentía feliz, la cuidaba muy bien. Mi mamá arrancó un botón de su camisa y le cosió un nuevo ojo. Pero, tiempo después, mientras caminaba por la calle, una niña no mayor que yo, vino y me quitó la muñeca, me insultó llamándome ladrona y su mamá me apartó del camino dándome un empujón y me llamó inmigrante. En el momento, el que se alejaban, yo caí al suelo y me puse a llorar. ¿Por qué se llevaba mi muñeca? ¿Por qué me había llamado ladrona? En ese instante me di cuenta de que mi muñeca y yo no volveríamos a pasar ninguna otra tarde juntas. Me quedé sentada, llorando en el suelo de la calle, empezó a llover y yo me encontraba mal, pero pude llegar a casa.

Dos días después, enfermé, tenía un dolor terrible e inaguantable en el costado derecho de mi cuerpo, tenía fiebre y perdía muchísima sangre, me pude pálida. Mis padres no sabían que hacer, tenían miedo, no tenían dinero para pagar a un medico. Éramos ilegales y no podíamos ir a un hospital público, porque nos deportarían a nuestro país.

Aquella noche del 19 de febrero de 1990, acostada en la cama hice un último esfuerzo y por un instante abrí los ojos de esa cara pálida que ya no era la mía. Mi mamá me cogía la mano, mi papá abrazaba a mi mamá. Y yo con un hilo de voz les dije:

- Mamá, papá, os quiero, y quiero que me prometáis que nunca permitiréis que esa gente de ahí afuera os diga cosas como: ¡Iros a vuestro pías malditos!, o cosas que realmente ofenden. Mamá rompió a llorar y papá me dijo:
- Karen te queremos.

En ese momento cerré los ojos y nunca más los volví a abrir. Esa noche fallecí junto a las personas que me querían.


NO A LA DESIGUALDAD

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