El Miércoles que me marcó la semana

Sentada, dolorida me pregunto, el porqué de que esto me pase a mí. Me tocaba batear con mas fuerza que nunca, gire bien mi cintura, apoye el bate en el hombro y con la mirada centrada vi como lentamente me lanzaban la pelota y llegaba a mí cada vez mas lenta, entonces me preparé hice un brusco movimiento para golpear la pelota, cuando, sí en efecto le había dado, corrí como nunca, noté el primer calambre en el muslo izquierdo, pero seguí corriendo, cuando el segundo calambre me inmovilizó de tal manera que me pare en seco con la mirada en blanco viendo que la base estaba a tan solo a 10 centímetros de mí, pero mi pierna con un dolor insoportable y dura como una piedra no avanzaba. Era tan fuerte el dolor que no podía oír ni mis propios pensamientos, agonizada en un mar de dolor espere a que me cogieran en brazos y llevarme a un sitio donde tener la pierna relajada. Una rotura bestial de fibras me decían que tenia a los minutos de sentarme.